Escapar a su propia hipocresía y a la
negación de la piel, pero no a la piel misma.
Romper el divorcio entre el cuerpo y el espíritu. El mundo polariza,
divide y reina, pero las dualidades suelen rendirse y fusionarse, la piel se
impone y fluye el magma donde encandece la razón. Valores y principios se
ausentan de la moral para ser lo que se quiere y transgredir lo que se debe.
Si en el día somos lo que debemos y en la
noche lo que queremos:
¿Por qué temer el aroma de azufre y negar la
llegada de EROS?
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